La agricultura urbana como defensa del territorio1

 

Julieth Milena Jurado Chana , Irma Soto Vallejo  

 

Recibido: 19 de abril del 2021 Aceptado: 26 de julio de 2021 Actualizado: 27 diciembre de 2021

 

DOI: 10.17151/luaz.2022.54.3

 

Resumen

 

Este artículo se propone identificar y comprender las características de la comuna San José, Manizales, Colombia, con respecto a las prácticas de agricultura urbana y su incidencia en el desarrollo urbano sostenible y en la defensa del territorio. Para ello, se siguió un método mixto que permitió, con el apoyo del software ATLAS.ti, el análisis cuantitativo y cualitativo de la información recolectada mediante encuesta, entrevista, grupo y focal y observación en el campo. Entre los hallazgos, se evidenció que la agricultura urbana se reconoce en la comuna como estrategia para la apropiación y defensa del territorio. Asimismo, las acciones de la comunidad por la defensa de la comuna San José han llevado a un desarrollo urbano más sostenible en el cual los habitantes buscan mejorar sus condiciones de vida. Se concluye que las prácticas de agricultura urbana gestadas por la Fundación Comunativa en la comuna, han permitido la generación de nuevos vínculos barriales, fortaleciendo el tejido social fragmentado y permitiendo así la creación de vínculos profundos con la tierra, con la ejecución de actividades conjuntas para ejercer la defensa del territorio, el buen vivir y su soberanía alimentaria.

 

Palabras clave: prácticas de agricultura urbana, desarrollo agrícola urbano, defensa del territorio urbano, comuna San José, Manizales.

 

Urban agriculture as a defense of the territory

 

Abstract

 

 

This article aims to identify and understand the characteristics of the San José Commune, Manizales, Colombia, in relation to urban agriculture practices and their impact in sustainable urban development and the defense of the territory. To do this, a mixed method was followed that, with the support of the Atlas ti software, allowed the quantitative and qualitative analysis of the information collected through  surveys, interviews, groups and focus groups, and observation in the field. Among the findings, it was evident that urban agriculture is recognized in the Commune as a strategy for the appropriation and defense of the territory. Likewise, the actions of the community for the defense of the San José Commune have led to a more sustainable urban development in which the inhabitants seek to improve their living conditions. It is concluded that the urban agriculture practices developed by the Communal Foundation in the commune, have allowed the generation of new neighborhood links, strengthening the fragmented social fabric and thus allowing the creation of deep ties with the land, with the execution of joint activities to exercise the defense of the territory, good living and their food sovereignty. 

 

Keywords: urban agriculture practices, urban agricultural development, defense of the urban territory, Commune San José, Manizales.

 

 


  

Introducción

 

Las huertas como expresión de lo urbano han tomado una fuerza social y política que no puede ser ignorada (Guevara, 2015; Zárate, 2015), máxime en un país como Colombia con millones de personas campesinas desplazadas del campo hacia las ciudades y con un grupo cada vez mayor de personas interesadas por hacer más productiva la tierra. Así, la agricultura urbana se convierte en una estrategia “para la defensa del territorio y de los recursos necesarios para la producción autónoma de los alimentos” (Cáceres, 2020, p. 24), porque involucra creación de espacios verdes y de interacción ciudadana, con lo que se fortalece la interacción de las comunidades con su entorno y la concreción de estrategias (Vargas, 2021) para la conservación de los recursos naturales y los espacios comunitarios.

 

En cuanto al uso de la agricultura urbana para resignificar los espacios urbanos, la práctica es cada vez más común en el mundo y se constituye en una tendencia imparable (Degenhart, 2016). Particularmente, las ciudades de Colombia, en especial Manizales, no han sido ajenas a esta alternativa que más allá de contestar a un sistema cada vez más desigual, se ha fortalecido como una mirada distinta de la ciudad sobre la base de una estrategia ambiental. Igualmente, de acuerdo con Gómez-Rodríguez (2014), “Las labores en la huerta reúnen a la familia, generan objetivos comunes y crean un hábito saludable lleno de valores” (p. 15). Además, para una ciudad es necesario que el verde sobresalga por encima del embellecimiento y el ornato y se torne en verdadero espacio para el buen vivir de las comunidades.

 

De otro lado, en Manizales el “Proyecto de renovación urbana de la Comuna San José (Macroproyecto Centro Occidente de Colombia San José)” fue aprobado por la Resolución No. 1453 del 27 de julio de 2009 y aceptado por el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. El proyecto está inmerso en el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014: Prosperidad para todos, y en la Ley 1151 de 2007 (Congreso de la República, 2007) en la que se mencionan los macroproyectos de interés social nacional. De igual modo, el gobierno nacional, a través del desarrollo de la Ley 1151, Art. 79, puede “definir, formular, adoptar, ejecutar y financiar los macroproyectos de interés social nacional y señalar las condiciones para su participación y desarrollo, con el fin de promover la disponibilidad del suelo para la ejecución de programas, proyectos y obras de utilidad pública o interés social” (Congreso de la República, 2007).

 

El desarrollo de este proyecto en la Comuna San José ha implicado la demolición de viviendas tradicionales, la transformación espacial y el cambio de usos del suelo; tal situación ha llevado a gran parte de los habitantes del sector a declararse afectados por el aumento de los niveles de empobrecimiento y discriminación social. Frente a las condiciones derivadas de la ejecución del macroproyecto, habitantes de la comuna han desarrollado pequeñas estructuras agrícolas caseras y comunitarias, entre las que sobresalen las actividades realizadas por la Fundación Comunativa. Esta organización gestiona y propicia espacios para las huertas y el intercambio cultural; significa ello la ocurrencia de una transformación urbana en la ciudad, en especial en el barrio San José, en términos de resistencia pasiva y ecológica.

 

En el escenario anterior, el presente trabajo se propuso determinar de qué manera el desarrollo de la agricultura urbana y otras prácticas de intervención espacial han contribuido con la transformación socioambiental y la defensa del territorio en la comuna San José en Manizales, Colombia. Para ello, se siguió un método mixto y se aplicaron encuestas, entrevistas, grupos focales y observación directa y el análisis se apoyó en el ATLAS.ti, lo cual permitió hacer correlaciones. Se partió a partir de categorías previamente definidas como agricultura urbana, desarrollo urbano sostenible, capacidades, organización social y ética del cuidado, para lograr la comprensión de lo acontecido en la comuna San José. Algunos de los hallazgos indican que las prácticas de agricultura urbana gestadas por la Fundación Comunativa en la comuna, han generado escenarios de interacción entre la comunidad y provocando vínculos profundos con la tierra que conllevan a la ejecución de actividades conjuntas para ejercer la defensa del territorio, el buen vivir y su soberanía alimentaria.

 

Agricultura, pobreza y procesos de migración hacia las ciudades

 

La relación entre la agricultura, la pobreza y los procesos de migración hacia las ciudades es un tema relevante en el contexto socioeconómico global (Buso, 2006; Gutman, 1987). Y, particularmente considerada, la agricultura urbana como una fuente principal de empleo e ingresos para muchas personas y comunidades, también se enfrenta a desafíos como la falta de acceso a recursos, la variabilidad climática y la competencia global (Gómez-Rodríguez, 2014). Son algunos de los desafíos que enfrentan los agricultores por problemas de ingresos, falta de acceso a salud, educación o infraestructura; generan pobreza e insostenibilidad económica, y se convierte en un factor provocador de procesos de migración hacia las ciudades, buscando mejores oportunidades de empleo y de una mejor calidad de vida.

 

No obstante, en las ciudades también se presentan dificultades en el mercado laboral, por falta de oportunidades de empleo y de calidad, por aumento de la informalidad, y con una cada vez más creciente desigualdad. En el contexto de la agricultura urbana aparecen múltiples posibilidades de lucha contra la pobreza y el hambre, la soberanía y autonomías alimentarias, las ecofeminismos, los derechos humanos en general y en especial de las minorías étnicas y religiosas, la defensa de territorios y espacios verdes urbanos, entre muchos otros. Como argumenta Zaar (2001),

 

Desde la década de 1980 los huertos urbanos han ido ganando importancia y adquirido nuevas características relacionadas tanto con la seguridad alimentaria, la calidad de los productos y la generación de empleo, como con la mejora de la calidad de vida, la educación ambiental, las relaciones sociales y la regeneración urbana. (p. 3) 

  

Se considera así la agricultura urbana como una fuente importante de empleo e ingresos para muchas comunidades, como lo constataron en Ecuador Clavijo-Palacios y Cuvi (2017), aunque a menudo se enfrenta a desafíos por la falta de acceso a recursos, por los problemas de cambio climático y por la baja capacidad de respuesta competitiva en los mercados.

 

En este contexto, Gutman (1987) planteó la existencia de “contramodelos” que permitieron interpretar alternativas de desarrollo que se habían venido gestando, no sólo en América Latina, sino en África y Asia, las cuales se relacionan en tres categorías: “la consideración y gestión de la ciudad como un ecosistema, la ciudad autocentrada y la autoproducción, desespecialización y desvinculación parcial de los circuitos de mercado” (p. 281). Gutman también revisó la experiencia de las huertas urbanas para autoconsumo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, y allí descubrió que una huerta cuya dimensión fuera cercana a los 100 m2 podía proporcionar los vegetales necesarios para cinco miembros familiares con un ahorro que oscilaba entre el 10% y el 30% del costo de una alimentación satisfactoria en precios de mercado local para la época.

 

Este escenario puede conectarse con lo que se concibe como las nuevas ruralidades, caracterizadas por la diversidad de cultivos, por la innovación en técnicas agrícolas y fundamentalmente por la relación de afinidad entre los agricultores urbanos y los consumidores en el contexto local. Méndez et al. (2011) distingue seis causas en el origen de la agricultura urbana en el mundo, las cuales son:

 

-Por necesidad económica determinada por la carencia de empleo y recursos suficientes para proveer de alimentos a la familia, lo cual conduce a la siembra de alimentos, para suplir necesidades propias o para obtener ingresos por la venta.

-Por absorción urbana del entorno rural, lo cual se presenta por el crecimiento de las ciudades abarcando áreas destinadas anteriormente a labores agrícolas.

-Por resultado de la acción institucional externa: lo cual se refiere a la estrategia gubernamental de capacitar comunidades entorno a la agricultura en contextos urbanos aportando a la seguridad alimentaria de las comunidades empobrecidas disminuyendo los gastos familiares e incrementando la diversidad de alimentos consumidos.

-Por resultado de la acción institucional interna: donde diversas instituciones y organizaciones sociales encuentran en las prácticas de la agricultura urbana una manera de llevar a cabo sus fines sociales, asumiendo la práctica agrícola como medio de recreación, salud, integración y trabajo colectivo.

-Como medio de aprovechamiento de recursos disponibles: en el sentido de hacer uso de espacios subutilizados tales como patios, terrazas, solares entre otros generando recursos económicos a partir de la venta de los productos agrícolas.

-Como una expresión de los antecedentes rurales: en relación a las prácticas de agricultura ejercidas por personas que han migrado a las ciudades por diversos motivos y que encuentran en el entorno urbano alguna opción de volver a cultivar dado su conocimientos y experticia, logrando de esta manera menguar las dificultades económicas y de adaptabilidad que se presentan por su mismo cambio de vida. (pp. 66-67) 

 

Desarrollo urbano sostenible hacia el buen vivir

 

Un informe de la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia (2016), acerca del proyecto urbanístico que se desarrolla en la comuna San José de Manizales advierte que esta atenta contra las tradiciones de sus habitantes. Por su parte, Mejia (2017) plantea que en la comuna San José es necesario revisar “las maneras de intervenir el territorio cuando está inmensamente poblado de cuerpos a la manera que hemos descrito la casa encarnada” (p. 134), pues manifiesta que las formas de habitar un territorio asumen propósitos de vida y estilos, por eso describe la casa como proyección del cuerpo de quien la habita y que la sociedad actual ante el afán de revalorizar la tierra a partir de la roza y la renovación urbana (...) “no solo pierde el más frágil, sino que el tejido que hace al territorio ser lo que es se rompe a partir de la cisura no deseada entre el individuo y su casa” (Mejía, 2017, p. 136).

 

La autora describe la situación vivida en San José a través de la expresión de la “casa en-carnada” haciendo referencia a la casa en dos sentidos: el primero, a la casa como cuerpo y, el segundo, a la casa como una carnada, “la carnada que atrae a los buscadores de suelo urbanizado para servir la mesa de inversionistas de nuevos desarrollos urbanísticos, luchas solitarias entre enanos y gigantes por el dominio de la tierra” (Mejía, 2017, p. 134).

 

En perspectiva, de la gestión del territorio para el ejercicio de la investigación, se asume el concepto de territorio, propuesto por Alburquerque (2014) quien expresa que el territorio tiene una condición no solo como espacio geográfico, sino que es el lugar de las actividades económicas, sociales, culturales, entre otras.

 

El territorio es el conjunto de actores y agentes que lo habitan, con su organización social y política, su cultura e instituciones, así como su medio físico o medioambiente. Se trata de un sujeto (o ‘actor’) fundamental del desarrollo, al incorporar las distintas dimensiones de éste. (Alburquerque 2014, p. 4)

 

 Hacia un desarrollo urbano sostenible y el buen vivir

 

Los mayores desafíos para la América Latina se relacionan con el logro de ciudades con un desarrollo sustentable; esto, entendido aquella que cuenta con un equilibrio entre el crecimiento económico, la equidad social, el equilibrio ecológico y una acertada gestión local en la que la participación de la comunidad es fundamental (Navarrete-Peñuela, 2017).

 

En los países en vía de desarrollo tiene marcada importancia la agricultura urbana, para cubrir necesidades alimenticias, por el incremento de la población en las ciudades, que acrecienta la necesidad de alimentar a una población en mayor proporción pobre, con condiciones de deterioro del medio ambiente.  Resurge así la agricultura urbana con opciones como: la producción de alimentos y el cultivo de plantas ornamentales para la jardinería (Zárate, 2015). En ese sentido, Zárate (2015) pone en contexto que la agricultura urbana ofrece oportunidades para la alimentación de una población en constante aumento y que no trabaja la tierra, para reducir la huella ecológica, recuperar espacios construidos en el interior de las ciudades, mejorar su paisaje y la calidad de vida de la población.

 

Ahora, para el diseño de ciudades sostenibles y con calidad de vida, la planificación urbana considera la agricultura urbana como factor clave pues integrar espacios de cultivo dentro de la misma infraestructura; además, crear comunidades más resilientes y conectadas con la participación ciudadana, para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes (Boff, 2017).

 

Por su parte, Baquero y Rendón (2011) plantean que el desarrollo debe ir más allá del crecimiento económico, porque las personas requieren no solo ingresos monetarios para vivir. En este sentido, el propósito principal de ese crecimiento debe ser el ser humano y la búsqueda de un buen vivir. El concepto de buen vivir, en la presente investigación, se comprende desde un bienestar en colectivo, el cual se posibilita gracias a la satisfacción de las necesidades, la vida y la muerte digna y la posibilidad de que tanto individuos como comunidades tengan la oportunidad de acrecentar sus capacidades y libertades, de tal modo que se posibilite el logro de lo que se considere como una vida deseable. A este respecto, Zárate (2016) plantea que el buen vivir y el derecho a la ciudad destacan el rol fundamental del Estado en la redistribución y en la construcción de comunidades más justas y equitativas, a la vez que enfatizan la relevancia y el derecho a fortalecer procesos autogestionarios y de construcción de poder popular.

 

Las organizaciones sociales y su accionar más allá del individualismo

 

Elionor Ostrom, Premio Nobel, generó un aporte en la comprensión de las organizaciones sociales que usan recursos de uso común, RUC, tales como el agua o territorios comunes y que se mantienen vigentes, a pesar de las adversidades. La autora, a través de sus estudios sobre los RUC llega a identificar que un aspecto de las organizaciones que logran objetivos comunes es que tienen una institucionalidad robusta (Ostrom, 1990, 2011; como se citó en Pacheco-Vega, 2014). En la perspectiva de Ostrom (2000), los bienes comunes los define como los recursos compartidos que son de propiedad colectiva o comúnmente accesibles; por ello, la agricultura urbana cobra importancia como bien común, además por los espacios públicos utilizados para la producción de alimentos, como jardines comunitarios o parcelas. En este sentido, la agricultura urbana y los bienes comunes están estrechamente relacionados, en lo que Ostrom (2000) proporciona una perspectiva útil para comprender y abordar los desafíos asociados con la gestión de la agricultura urbana.

 

En este ámbito, Velásquez y González (2003) plantean que las comunidades pueden lograr la participación en varios niveles, así: “Estar informado, consultar, presentar iniciativas, desarrollar acciones de fiscalización, lograr concertación, tener decisión y lograr gestión” (p. 56) propia de su desarrollo, siendo este último el máximo nivel y el deber ser de las comunidades que se organizan en pro de la transformación de sus realidades.

 

En la comuna San José, en 2011, María Andrea Gómez, comunicadora social y periodista, además artista y pensadora del territorio, realizaba una investigación sobre los tránsitos y dinámicas comunitarias que se estaban tejiendo en la comuna San José, mientras se desalojaba a las familias de los diferentes barrios que componen la comuna San José, antes comuna dos. Ella, en su pasión investigativa y el amor a la comunidad, convocó amigos, colectivos y organizaciones artísticas para confluir en una dinámica barrial que diera una sensibilidad diferente a los habitantes de la comuna en ese entonces.

 

Después de varios años de camino y tejer lazos con la comunidad de San José y Manizales, nace La Fundación Comunativa Huertas Urbanas, ayudados por diversos pensares unidos. Así, en el 2013 se formalizó la figura legal de carácter ambiental, social y transformadora de cultura. Primero, se creó la huerta, una idea sembrada en el patio de la casa de Doña Marta Lucía Loaiza, madre de Juan David Delgado, músico y silvicultor, habitante del barrio San José, quien en compañía de Juan Camilo Martínez, artista plástico; Gilsan Darío Quintero, comunicador social y periodista; Luna Tobón, gestora social; y Claudia Ríos, comunicadora, decidieron dar un mejor uso al terreno, retiraron la maleza y empezaron a construir este proyecto en beneficio del medioambiente y de la comunidad del barrio (Reseña Fundación Comunativa, 2018).

 

La ética del cuidado y el enfoque de capacidades, fundamental para la defensa del territorio

 

Boff (2012) planteó que el cuidado es una condición necesaria para lograr la sostenibilidad, lo cual conlleva a tener compasión por la tierra, pues sin el cuidado no tendría garantizada la existencia y el cual es un elemento que orienta cualquier acción benéfica. La ética del cuidado y el autocuidado se considera como un mayor interés por el bienestar del otro para vivir una vida más digna y de calidad. Por eso, Boff (s. f.) indica que “la singularidad del saber ecológico reside en su transversalidad, es decir, en el relacionar con la comunidad ecológica, con el futuro, con el pasado y hacia dentro con la complejidad, en este sentido, el cuidado hace del otro una realidad vital” (p. 3).

 

Al entender que la ética del cuidado está relacionada con la responsabilidad y atención hacia los demás y el entorno en el que vivimos, la casa, la tierra, la agricultura urbana, implica el desarrollo de actividades de manera sostenible, respetando los recursos naturales y minimizando el impacto negativo en el medio ambiente. Igualmente, asumir una defensa del territorio que implica conservar y proteger zonas verdes y áreas destinadas a la producción de alimentos en entornos urbanos.

 

La defensa del territorio y su cuidado requiere apropiarse de estrategias para empoderar a las personas y comunidades, y este escenario es propicio para el enfoque de capacidades humanas y particularmente la de afiliación, que destaca la importancia de la participación activa en la agricultura urbana. Para ello, es fundamental brindar acceso a recursos, conocimientos y oportunidades para el desarrollo de habilidades agrícolas, el relacionamiento social y económico y el sentido de pertenencia y conexión con su entorno.

 

Ante la evidencia creciente que el modelo hegemónico ha fallado estructuralmente, se han alzado otros paradigmas como el del desarrollo humano o el enfoque de capacidades planteado por Nussbaum (2012), quien plantea que: 

 

La auténtica riqueza o progreso de un país sólo puede plantearse centrando la mirada en el bienestar que poseen los individuos concretos de dicho Estado, revisando si existe justicia social, si todos y cada uno de los sujetos gozan de unos mínimos de calidad de vida, si no se limitan a sobrevivir, sino que disfrutan de lo que podríamos llamar una vida decente. (p. 79)

 

Además, la autora propone unas capacidades mínimas que deben cumplirse para lograr una vida digna las cuales son de carácter universal: la vida misma; la salud física; la integridad corporal; los sentidos, la imaginación y el pensamiento; las emociones; la razón práctica; la adscripción social o afiliación; la relación con la naturaleza y con otras especies, el juego y el control sobre el propio medio. 

 

Así, la ética del cuidado y el enfoque de capacidades se articulan en la agricultura urbana, generando posibilidades de producción de alimentos de forma sostenible, centrada en el bienestar de las personas y el medio ambiente, propiciando condiciones de resiliencia y comunidades más articulada y con capacidades de trabajo colaborativo.

 

 

Figura 1. Esquema de referentes teóricos del estudio

Fuente: elaboración propia, 2019

 

 

Diseño metodológico

 

El estudio se desarrolló bajo una metodología mixta con corte descriptivo. Se partió de categorías conocidas previamente por otros autores, como agricultura urbana, desarrollo urbano sostenible, capacidades, organización social y ética del cuidado, para lograr la comprensión de lo acontecido en la comuna San José, identificando algunas categorías emergentes que dan sustento y profundidad a los análisis. El proceso de recolección de la información se apoyó en técnicas como la encuesta, la cual se procesó cuantitativa y cualitativamente; las entrevistas con la organización Comunativa, los pobladores, la representante de la alcaldía, el grupo de investigadores, así como los recorridos de campo, las reuniones y los grupos focales se procesaron cualitativamente apoyándose para todo en el software ATLAS.ti, lo cual permitió hacer correlaciones.

 

De esta forma, el conocimiento previo que se había venido desarrollando por otros investigadores y a través de una revisión bibliográfica previa alrededor de la comuna de San José, se empleó como insumo para realizar el análisis de correlación entre el contexto territorial, las tensiones sociopolíticas y ambientales y el fenómeno de las huertas urbanas en San José.

 

Población y muestra

 

La población de la Comuna San José, de acuerdo con la información suministrada por Alcaldía de Manizales (2017), a partir del censo realizado en 2005 y de las proyecciones de población del DANE presenta una población de 24.195 personas para el año 2016, 10.417 personas para el año 2018 y de 8.922 para 2022. Esta diferencia en la población entre 2016 y 2022, se debe a la intervención por la renovación urbana, y la migración de habitantes a otras comunas de la ciudad.

 

Tabla 1. Población por grupos de edad y sexo – Comuna San José 2022.

 

Fuente: Alcaldía de Manizales-Laboratorio de innovación pública (2023).

 

 

 

Figura 2. Población comuna San José y pirámide poblacional.

Fuente: Alcaldía de Manizales-Laboratorio de innovación pública (2023).

 

La unidad de análisis fue la comuna San José de Manizales, con análisis cualitativo e intencionado de acuerdo con los objetivos de la investigación. Se tomó la muestra conformada por grupos sociales organizados formal e informalmente, así como de pobladores de la zona que dieron apoyo y que participaron en actividades de cultivo, tomas culturales, actividades artísticas, entre otros eventos que se programan en la comunidad, con la participación directa de la Fundación Comunativa, con la cual se logró contactar los líderes y habitantes de la comuna que participaron en actividades en torno a la agricultura urbana. En la siguiente tabla se presenta la muestra para el presente proyecto de investigación:

 

Tabla 2. Población participante.

 

 

Fuente: elaboración propia, 2019.

 

La investigación no tuvo pretensiones de generalización, sino de profundización en los fenómenos. Como se mencionó, el análisis de la información se realizó con herramientas como el ATLAS.ti con el cual se identificaron las descripciones, correlaciones e inferencias que dieron origen a los resultados, conclusiones y recomendaciones.

 

Para el análisis de la encuesta se construyó una base de datos en Excel la cual se exportó al software SPADN v. 5.0. Los datos se analizaron a través de estadística multivariada con la técnica de correspondencias múltiples, Los resultados de los clústers se tabularon en el software Statistix v. 7.0 para realizar estadística descriptiva bivariada por medio de tablas de contingencia y determinar las diferencias entre grupos.

 


 

 Resultados y discusión

 

El reconocimiento de la agricultura urbana como una estrategia para la apropiación del territorio que ha posibilitado la organización social, el desarrollo de capacidades y potencialidades de las personas vinculadas, la toma de conciencia a través de acciones pedagógicas en torno a la siembra y el cuidado. Asimismo, se observó que las acciones de la comunidad por la defensa de la comuna San José han desembocado en una propuesta de desarrollo urbano más sostenible, en la que los habitantes ven reflejados sus anhelos de permanecer mejorando sus condiciones de vida propias y las de la ciudad en general.

 

La siguiente figura (Figura 3) presenta el esquema de triangulación de la información y muestra cómo fue la evolución del estudio desde las categorías identificadas previamente hacia todas las emergentes y las correlaciones que se lograron establecer entre ellas.

 

 

 

Figura 3. Evolución del estudio desde las categorías identificadas.

Fuente: elaboración propia, 2019.

 

La figura 3 toma en cuenta las categorías y referentes teóricos que previamente se habían presentado en la figura 1 (esquema de referentes teóricos del estudio). Se realizó la clasificación de la información, el desarrollo de descripciones y correlaciones, lo que permitió que emergieran las voces de los actores y las nuevas expresiones que describen cómo se manifiestan de manera detallada la agricultura urbana y el desarrollo urbano sostenible, tal como ha sido la experiencia vivida en la comuna San José y en la Fundación Comunativa.

 

Resultados por categorías establecidas y emergentes

 

           Agricultura urbana y nuevas ruralidades

En relación con el tema de la agricultura urbana, Gutman (1987) aporta un elemento de análisis el cual se refiere al dimensionamiento de las huertas y su capacidad de sustentar en parte las necesidades alimenticias de las personas. Según el autor, una huerta cuya dimensión cercana a los 100 m2 puede proporcionar los vegetales necesarios para cinco miembros familiares con un ahorro en la alimentación. En el estudio se evidenció que el 68% tiene un área de cultivo inferior a 20 m2, y el 32% entre 20 y 100 m2. El análisis multivariado por correspondencias múltiples muestra que existen dos grupos o clúster bien diferenciados. El grupo uno representa el 47,4% de los productores urbanos, se caracterizan por estar liderado por mujeres (66,7% respecto al total del grupo), dedicadas en su mayoría a labores domésticas (88,9%) con familias que no tienen asegurados sus ingresos mensuales (88,9%), sus productos son utilizados para el autoconsumo (88,9%), el 77,8% de las siembras se han visto afectadas por el desarrollo del macroproyecto San José, el 100% de las huertas son de tipo doméstico, por lo que no genera ingresos extras para la familia, pero lo utilizan para realizar preparaciones domésticas en el 88,9% (figura 4). 

 

 

 

Figura 4. Dendograma de grupos dedicados a la agricultura urbana en la Comuna San José, municipio de Manizales, Colombia.

Fuente: elaboración propia, 2019.

 

El grupo dos representa el 52,6% de los productores urbanos, se caracterizan por estar liderados por hombres (90% respecto al total del grupo), al menos un 53% con un nivel de escolaridad de técnico y profesional, con familias que dependen básicamente de los ingresos del cabeza de hogar (70%), sus productos se utilizan para el autoconsumo (100%), los productos de la huerta se utilizan para realizar preparaciones domésticas en el 80%. En este grupo se da un importante intercambio de productos con otras huertas vecinas (80%), las huertas se desarrollan de manera personal (100%) y sienten que sus huertas les ha cambiado de alguna forma, para bien, sus vidas (100%).

 

En la comuna San José se evidencia que el desarrollo de huertas urbanas parte de iniciativas individuales o familiares, y en un menor porcentaje de procesos comunitarios, de tal forma que el 63% de las huertas identificadas en la comuna se clasifican como huerta doméstica, el 21% a comunal y un 16% de los encuestados participa de huertas comunales y, a su vez, tiene huerta doméstica en su vivienda.

 

El establecimiento de huertas urbanas puede disminuir los costos en el hogar, generando un ahorro en la canasta familiar, al suplir la compra de vegetales, aromáticas y hortalizas. En la comuna se identificó que en su mayoría el ahorro en la canasta familiar corresponde al 10% de los ingresos familiares. Frente al ahorro económico que genera la producción de estos productos para el consumo, el 63% considera que ha tenido un ahorro de $30.000 mensuales, el 16% un ahorro entre $30.000 y $60.000 mensuales y el 21% considera un ahorro superior a $60.000 mensuales.

 

La Fundación Comunativa cultiva productos diversos en la huerta comunal, y realiza la importante labor de custodia las semillas de pan coger, para promover la siembra de alimentos sanos, libres de transgénicos, como lo describe Guevara (2015), al afirmar que todo esto nos pone el reto de sembrar y de apropiarnos del valor cultural e histórico de las semillas, para generar una seguridad alimentaria de calidad.

 

En este contexto, la investigación realizada por Méndez et al. (2011), distingue cinco causas en el origen de la agricultura urbana en el mundo, de las cuales a través de las encuestas, entrevistas y grupos focales se evidenciaron cuatro.

 

Por absorción urbana del entorno rural evidenciado en la entrevista al profesor Luis Fernando Acevedo, quien manifestó que [la modernidad y el desarrollo de algunas ciudades] “se está direccionando en la densificación y urbanización, como en el caso de la comuna San José que fue absorbiendo zonas que años atrás tenían connotación rural”.

 

 

 

Figura 5. Grupo focal con estudiantes del colegio San Agustín.

Fuente: elaboración propia, 2019.

 

Al respecto de esta causa, Ramírez-Ríos (2011) determinó en su investigación que mutar de manera drástica de lo rural a lo urbano no es una transformación inmediata, como es el caso de la comuna San José, donde se evidencia aún las culturas agrarias propias de las zonas rurales que se encuentran en transformación; estos cambios, para que no sean drásticos, deben estar acompañados por las instituciones gubernamentales.

 

Otra nueva ruralidad identificada en la comuna San José es resultado de la acción institucional interna, que en este caso son los procesos que se vienen gestando a través de la Fundación Comunativa. Esta organización comunitaria inició con la creación de una huerta en el patio de una casa de la comuna San José, propiedad de Marta Lucía Loaiza; en ese lugar se empezó a gestar la fundación y los procesos de agricultura, pedagogía, apropiación y defensa del territorio, así como el cuidado del medio ambiente. 

 

Antiguamente, en la comuna se emplearon los espacios subutilizados (patios, terrazas, solares) para desarrollar las huertas urbanas; en la actualidad, se evidencian espacios abandonados subutilizados que están siendo apropiados por la comunidad, con la creación de huertas domésticas y colectivas, tratando no solo de utilizar espacios libres, sino también evitando el deterioro del entorno, focos de peligro, inseguridad y de presencia de roedores, entre otros que afecten las viviendas.

 

A través de la última forma de nueva ruralidad identificada en la comuna, se evidencia que las prácticas de agricultura se presentan, principalmente, porque sus habitantes vivieron en fincas, e intentan continuar su vocación en la ciudad. A su vez, muchos de los habitantes que nacieron en la comuna contaban con una huerta en el solar de sus viviendas. Como lo expresa la Figura 6, donde el 53% de las huertas urbanas, llevan más de 10 años aportando a la economía y a la cultura rural en la ciudad. 

 

 

Figura 6. Tiempo de establecimiento de la huerta urbana.

Fuente: elaboración propia, 2019.

 

Ahora, se evidenció también que los productos cultivados en la comuna San José son medicinales, ornamentales y alimenticios; además, se identificó que el 26% de las huertas se encuentran establecidas en un tiempo inferior a un año, evidenciando la emergencia de nuevas huertas en la comuna. Sin embargo, no se evidencian nuevas ruralidades por acción de las instituciones externas como la alcaldía u otro ente. Por el contrario, la información recaudada da cuenta del desconocimiento de las condiciones de la población de San José, afirmación que se hace dado que la institución no ha realizado una caracterización social de sus habitantes, su pluralidad y prácticas de interacción entre la comunidad y su entorno; a su vez, las personas encuestadas destacan la falta de acompañamiento de la alcaldía en los procesos que se gestan en la comuna y en las situaciones de desalojo.

 

Finalmente, se encontró que la comuna San José presenta una intensa hibridación cultural, por urbanización del espacio rural al que pertenecía este sector antiguamente, así como también la ruralización de estas áreas hoy en día urbanas, donde se fortalecen las redes sociales y se continúa el desarrollo de los hábitos culturales de sus habitantes, así como lo plantea Gómez (2015).

 

            Desarrollo urbano sostenible

La comunidad académica resalta que hoy en día las ciudades deberían pensarse asociadas a la sustentabilidad del territorio y de la producción de alimentos para su supervivencia (Gómez-Rodríguez, 2014; Vargas, 2021; Zaar, 2011). Identifica la posibilidad de desarrollar proyectos urbanos que contribuyan a rescatar las huertas urbanas como una manera distinta de hacer urbanismo, quizás de hacer biourbanismo de una manera más sostenible, más sustentable de establecer esa relación entre lo urbano y lo rural. Al respecto, en las entrevistas a investigadores de la comuna se destaca el siguiente testimonio:

 

la agricultura urbana enraíza, sitúa, por el vínculo inalienable con la tierra, es algo que en la reflexión que se logra hacer de la desaparición de la casa familiar o multifamiliar, pero establecida más en un vínculo con la tierra, frente a esa disposición de la tierra que da el edificio, no solamente me parece que es una estrategia simbólica, sino una forma de resistir. Cuando siembras tienes que estudiar la cosecha, y eso te vincula con el suelo de una forma que no es transitoria, si no permanente [E1]…

 

Ahora, el desarrollo sostenible puede realizarse cuando se comprenden los vínculos entre lo rural y lo urbano. Con la agricultura urbana, podemos comprender esos vínculos que tenemos con la tierra y a su vez encontrar alternativas de uso del espacio en la ciudad.

 

 Buen vivir en territorios urbanos

 

Baquero y Rendón (2011) plantean que el desarrollo debe ir más allá del crecimiento económico, porque las personas requieren no solo de ingresos monetarios para vivir y esto es lo que viene intentando en San José la Fundación Comunativa. En ese sentido, a pesar de que los habitantes de esta comuna han sido victimizados por las acciones del Estado y por las acciones de los particulares que tienen intereses en ese suelo, han tenido a través de la fundación una respuesta positiva; es decir, lo han sobrellevado. En lugar de afirmarse en la victimización, lo que han encontrado es un camino de transformación, de reinventar su ciudadanía.            

 

En el grupo focal se resaltó que sus prácticas de buen vivir en torno al desarrollo de las huertas son esenciales para fortalecer el sentido de lo humano, por lo que se permite tejer. La huerta no es sólo un espacio social comunitario, sino que es un espacio donde hay muchas otras dimensiones que se tejen, con la fauna, con la comunidad; es un espacio social vital para el buen vivir, como espacio espiritual, lúdico y comunitario.

 

Zárate (2016) propone como parte integral de los derechos de los ciudadanos, la oportunidad de participar en los espacios de toma de decisión para la formulación e implementación de políticas y presupuestos públicos, incluyendo la planeación territorial y el control de los procesos urbanos. Es ahí donde Mejía (2017) considera que para un buen vivir se debe hacer un reconocimiento del otro, de las prácticas humanas, culturales, de las formas de vivir, lo que implica los vínculos simbólicos, culturales, sociales, con la casa, a escuchar el pensar de esas comunidades vulneradas frente a la toma de decisiones públicas.

 

En entrevista a la comunidad académica se plantea que los procesos de desarrollo urbanístico pensados desde la política pública, buscan mejorar las condiciones de vida de la gente y fortalecer las condiciones económicas de algún sector. Sin embargo, para promover el desarrollo de la ciudad debe tenerse en cuenta la comunidad; así, se piensa en una remodelación, se piensa en nuevas avenidas, infraestructuras, en edificios, conjuntos habitacionales, porque se tiene una idea de que la gente puede vivir mejor, pero eso se concibe desde lo institucional, sin preguntar a las personas involucradas si realmente eso es un mejor vivir o si la gente que ha vivido durante largos años en casas grandes quieren irse a un edificio de apartamentos muchos más pequeños y con muchas limitaciones. 

 

Capacidades

 

Con respecto a las capacidades mínimas planteadas por Nussbaum (2012), en la Fundación Comunativa se encuentra la adscripción social o afiliación. Surge hace 10 años, con visiones colectivas, afiliando a los habitantes de la comuna San José que de alguna forma se encuentran vulnerados por el desarrollo urbano buscando, como expresa la comunidad académica la posibilidad de retejer los lazos rotos de la renovación urbana.

 

A este respecto, Nussbaum (2012) define esa posibilidad de asociarnos como la capacidad de adscripción social a través del poder vivir con y para los otros seres humanos; trabajo que viene realizando Fundación Comunativa para crear capacidades desde la infancia, vinculando a los niños de la comuna en talleres prácticos de agricultura e impactando no solo a los niños, sino a través de ellos a sus familias.

 

Ética del cuidado

 

Boff (2012) planteó que el cuidado es una condición necesaria para lograr la sostenibilidad, lo que conlleva a tener compasión por la Tierra, pues sin esta no tendría garantizada la existencia; el cuidado es un elemento que orienta cualquier acción benéfica, pues las prácticas de agricultura urbana, situadas en la comuna, desarrollan y fortalecen valores como integración, respeto por la naturaleza, por el que sembró, también la responsabilidad porque el cultivo obedece unas obligaciones; en la comunidad esto genera cuidado por la tierra y por el otro. 

 

Organización social

 

 

Tomando como referente a Velásquez y González (2003), se define que un buen indicador de la capacidad de autodeterminación de una comunidad es la capacidad de gestionar la vida de acuerdo con las prioridades expresadas por sus miembros. Así pues, las organizaciones sociales gestadas en la comuna San José se perciben por los investigadores como movimientos sociales que defienden el territorio y la necesidad de implementar procesos de agricultura urbana, encontrando en esos movimientos formas de resistencia.

 

La organización social denominada Fundación Comunativa intenta transformar las dinámicas sociales del territorio, a través de la agricultura urbana, actividades musicales, teatro y diferentes talleres lúdicos para apropiar a la población infantil. 

 


 

 Conclusiones

 

Son varios los desarrollos de la agricultura urbana que se han dado en el mundo y que cada día toman mayor fuerza. A este proceso de organización ciudadana se han adherido las causas más diversas, así como los enfoques políticos, económicos y culturales acordes con el contexto en el cual se han ido generando. La situación en la que se han fortalecido las prácticas de agricultura urbana en San José ha tomado un enfoque político no relacionado con prácticas electorales, sino más bien con la aplicación de la democracia directa por parte de las comunidades involucradas, decidiendo su destino y el de su territorio.

 

Las actividades de agricultura urbana que se vienen gestando en la comuna San José, se evidencia que el tejido social ha estado empoderando a la población adulta e infantil de su territorio urbano, lo que ha implicado además que la comunidad genere opciones de planificación a través de sus posibilidades, con una participación directa en las actividades sociales en la comuna.

 

El desarrollo de huertas urbanas en la comuna San José permite a la comunidad una interacción constante con los vecinos, amigos, fauna, flora y territorio, con lo que se fortalecen los vínculos profundos que promueven en la comunidad el camino de la transformación de su territorio. En coherencia con las necesidades de planificación del territorio, el desarrollo urbanístico en la comuna San José requiere un diseño más armónico entre lo urbano y rural, permitiendo que no se pierda la historia y la cultura gestada en la comuna, pero fundamentalmente atendiendo a las posibilidades de participación de la comunidad.

 

La emergencia de nuevas ruralidades a partir de las instituciones internas requiere el desarrollo de diferentes tipos de actividades, como artísticas, pedagógicas y lúdicas que permitan la transmisión de información a los habitantes de diferentes edades e intereses particulares que habitan en la comuna.

 

Las prácticas de agricultura urbana en ciudades como Manizales, pueden aportar al desarrollo urbano sostenible pues conlleva a la identificación, apropiación y productividad de espacios subutilizados posibilitando la producción de alimentos, medicinas, recreación, sana convivencia a través de las técnicas propicias para estos lugares como lo son: los jardines verticales y horizontales sobre piso en concreto o macetas en casas, edificios, azoteas, antejardines, balcones o también en los lotes vacantes de barrios y comunas.

 

La alternativa de la agricultura urbana se ha generado en San José, no sólo por la necesidad de armonizar con jardines las superficies duras de la ciudad, sino por las necesidades insatisfechas de alimentos y salud. No obstante, la insatisfacción de la población no se ha resuelto; pues aún persiste el problema de la pobreza, las migraciones, los desplazamientos forzados, entre otras tragedias de la contemporaneidad que han dejado sin opciones a miles de personas para conseguir buenas fuentes de alimento y entornos saludables en las cercanías de su vivienda.

 

Las huertas domésticas aportan a la soberanía alimentaria del núcleo familiar y las huertas colectivas aumentan las capacidades de afiliación de los integrantes para liderar la defensa del territorio. En este sentido, una estrategia compartida entre la comunidad y los representantes del Estado permitiría que las familias de la comuna San José consuman más y mejores alimentos, armonizando diferencias políticas y propiciando el buen vivir de los ciudadanos de esta parte de la ciudad.

 

A partir de estos propósitos colectivos, los habitantes están cuidando la Tierra, el espacio en el que habitan y ocupando nuevamente lugares desalojados y abandonados que hoy en día requieren intervención para evitar la generación de focos de inseguridad. La alternativa planteada por la Fundación Comunativa para el cuidado de la tierra y su territorio conlleva a su vez al cuidado y bienestar de sus integrantes, permitiendo la ingesta de alimentos a bajo costo y libres de agroquímicos.

 

Las instituciones públicas que han venido desarrollando el megaproyecto de transformación urbana en la comuna San José de Manizales, no han permitido a grupos como la Fundación Comunativa y los habitantes del sector, hacer parte de las decisiones de su territorio, motivos por los cuales en la comuna San José se siguen creando afiliaciones sociales para confrontar y evitar la continuidad en las acciones de reforma urbana por cuanto consideran que no promueven el desarrollo de su comunidad y por el contrario la vulneran.

 


 

 Referencias

 

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1 Artículo desarrollado como requisito parcial para la obtención del grado de Magíster en Desarrollo sostenible y medio ambiente, de la Universidad de Manizales, Colombia.

 

2 Ingeniera agrícola, Msc en Medio Ambiente y desarrollo sostenible. Consultora ambiental (Manizales, Caldas, Colombia). Correo electrónico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.

 

3 Asesora, investigadora y Decana Facultad de Ciencias Contables, Económicas y Administrativas, Universidad de Manizales (Manizales, Caldas, Colombia). Correo electrónico: This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.. https://orcid.org/0000-0003-3871-4853. Google Scholar: Irma Soto Vallejo - Google Scholar

 

 


 

Para citar este artículo: JM Jurado Chana y Soto Vallejo, I. (2023). La agricultura urbana como defensa del territorio. Revista Luna Azul, 54, 40‐60. https://doi.org/10.17151/luaz.2022.54.3

 


 

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